ALAS Y DESPEDIDAS
-Max Lightwood (Cazadores de Sombras) y Castiel (Supernatural)
Castiel estaba sentado en su
banca favorita en el Jardín del Cielo, mirando a todas las personas que
lastimosamente habían muerto recientemente. La gustaba mirarlas, pues veía
también sus almas, lo más importante de cada uno. Todas las almas son
diferentes, pero con el mismo poder.
Era una hermosa vista.
Estaba tan concentrado viendo
las almas y pensando en aquel hombre cuya alma había restaurado hace tanto ya,
que Cas no se dio cuenta de un chico de no más de 12 años acercandose por su
derecha sino hasta que lo tuvo a su lado, sentado en la banca. Era bajito, con
pelo negro y despeinado y gafas grandes, y tenía una curiosa sonrisa que
mostraba emoción.
Cas lo miró.
“Hola”, le dijo el chico.
Señaló las negras alas de Castiel, acomodadas en su espalda de manera que no le
estorbaran al sentarse. “¿Son alas de verdad?”
“Si. ¿Por qué no lo serían?”
respondió el ángel.
“No se, nunca había visto
alas. De hecho, creía que no existían los ángeles.”
“Hm. ¿Y eso?”
“Mi hermano Jace decía que no
eran reales, ni Dios tampoco, porque nunca se han manifestado.”
Castiel se rió entre dientes.
“Yo conozco a alguien que
pensaba igual que tu hermano. Luego me conoció a mi” dijo Cas, trayendo a su
mente la imagen de Dean.
El niño no respondió. Estaba
ensimismado por las alas de Cas, que se sacudían por el viento. Cas se dio
cuenta como las miraba, y sonrío. “¿Quieres tocarlas?”
La cara del chico se iluminó
de una manera tan hermosa, que Castiel no pudo evitar sonreír
más. “¿Puedo?”
“¿Por qué no?”
El chico estiró sus pequeñas
manos hacia las alas, y acarició las alas. Su cara se partió en dos con esa
enorme sonrisa que mostraba sus dientes.
“¡Se siente tan suave! Pero…
No son plumas. ¿Por qué no son plumas?”
Castiel soltó una carcajada.
“¿Plumas?” ¿Por qué serían plumas?”
“¡Así son en los comics!”
Cas siguió riéndose, un poco
más calmado. “Los humanos tienen una gran imaginación”.
“Yo no soy un humano
corriente.” Dijo el chico, con orgullo.
“Lo supuse. Tu alma te delata,
cazador de sombras.”
Se sorprendió el cazador.
“¿Puedes ver mi alma?” Cas asintió. “¿Y como es?”
“Es… Hermosa. Suave y tierna.
Como los pétalos de una rosa. Pero muestra una valentía y fuerza de un león, y
mucha curiosidad… Por un mundo que no alcanzó a conocer. Y tristeza. Dolor. Por
alguien cercano a ti.” El niño dejó de sonreír. Al ver eso, el ángel se
arrepintió de sus palabras. “Lo siento. No soy bueno con las emociones y
sentimientos humanos. Perdona.”
“No hay problema.” respondió
el muchacho, pero las lágrimas en sus ojos decían lo contrario.
A Castiel se le rompió el
corazón al ver a aquel niño, tan joven, con una vida no muy larga pero si
maravillosa por delante, arrancada a la fuerza por un adolescente con sangre de
demonio y sed de poder. ‘No es justo’, pensó.
No sabía que hacer, hasta que
se le ocurrió una idea.
“¿Quieres decirle algo a tu
familia? Puedo buscarlos, y mandarles un mensaje de tu parte."
El niño alzó la cabeza. Unas
lágrimas resbalaban por sus mejillas. “¿En serio?”
Cas sonrió. “No lo dudes.
Incluso, puedo ir ya."
Se secó las lágrimas rápidamente.
“¡Si!” Prácticamente
saltó de la banca. “Ah… Ah…”
Una mirada de confusión apareció. “No se que decir.”
Cas lo miro con sus grandes
ojos azules. “¿Les dijiste adiós?”
“No… No tuve la oportunidad.”
“Ahí tienes que decir. Si
quieres les digo que estás bien. Solo para que no se preocupen. Más.”
Abrió sus brillantes ojos
grises, inundados de lágrimas y con esperanza escrito por toda su cara.
“Gracias.”
“No hay problema,…. Eh….”
“Max. Max Lightwood. ¿Y el
tuyo?”
“Castiel.”
“¿Solo Castiel?”
“Solo Castiel.” Confirmó el
ángel, mientras se paraba y estiraba sus alas.
“Wow.” Exclamó Max, al ver
como estas alcanzaban una longitud de más de tres metros.
“Adios, Max.” Se despidió el
ángel y se dirigió al final del Jardín.
Ya iba llegando, cuando sintió
unos brazos rodeándolo por detrás. Se volteó, y vio el alborotado pelo de Max.
El chico lo soltó y lo miró a los ojos, casi sin parpadear. Un par de ojos
grises mirando fijamente a un par de ojos azules.
“¿Le puedes decir a mis padres
que los amo, y a mi hermana Isabelle y a mis hermanos Alec y Jace que son lo
mejor que tuve?” dictó el muchacho, casi sin aire por perseguir a Cas.
“Anotado.”
“Muchas gracias.” Volvió a
abrazarlo, con más fuerza.
Castiel no pudo evitar sonreír
con ternura y devolverle el abrazo. “Cuidate, Max.”
Se soltaron, por segunda vez.
Castiel llegó al final del Jardín, se despidió de Max con una sonrisa, y se
desapareció, pensando en reunirse con Sam y Dean, pero solo después de cumplir
la importante misión.
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