VIAJE AL MÁS ALLÁ
-Max Lightwood(Cazadores de Sombras)
y Anubis(Las cronicas de Kane)-
Todo sucedió demasiado rápido, en un
momento me encontraba leyendo uno de mis cómics y al siguiente todo había sido
oscuridad, hasta que este extraño chico apareció.
-¿Cómo
te llamas?- Me preguntó el chico como si hiciera esto seguido. Era un joven
de piel aceitunada, cabello negro, aparentemente de unos diecisiete años.
Vestía una chaqueta de cuero negra y unas botas de combate. A su lado habían
dos perros negros. No tenía runas por ningún lado, sin embargo de el emanaba
algo que me hacia tenerle cierto respeto.
-Max...
Max Lightwood- Respondí tímidamente.-
¿Quién eres tu?-Lance la pregunta incluso antes de haberme dado cuenta de
lo imprudente que debí haber sido.
El chico rio y como si supiera lo
que estaba pensando, le resto importancia al asunto.
-Mi
nombre es Anubis.
-Guau,
te llamas igual que aquel dios egipcio de los muertos o algo así.
-En
realidad soy el dios de los funerales y el encargado de llevar a los muertos
con Osiris para su juicio y luego escoltarlos al lugar al cual estén
destinados.
Me quede atónito por la repente
confesión del chico. Muertos. ¿Acaso yo estaba... Muerto?
Supongo que mi cara debió haber
mostrado todo mi dilema interno porque el chico con una sonrisa triste en su
rostro me dijo:
-Siempre
odio tener que decir esto, pero si, tu estas muerto. Te mostraré como sucedió.
Pero a penas termine tendrás que venir conmigo.- Asentí con miedo, sin
embargo recordé que Jace nunca tenía miedo y era valiente. El nunca dudaría en
una situación como esta.
Anubis chasqueo los dedos y de
repente apareció una especie de burbuja que parecía un televisor. Que genial.
Me encantaría hacer eso. Pero al empezar a mostrar las imágenes me quede de
piedra. Ahí estaba yo leyendo mi cómic. Las luces se apagaron, sin embargo
alcance a ver que un chico de cabello negro entraba en la casa y se dirigía
hacia la cocina en donde se encontraba Isabelle. Me levanté de inmediato y
cuando toque su hombro para ver que necesitaba me di cuenta que se trataba de
Sebastian, pero algo era diferente. Sus ojos siempre cariñosos estaban como los
ojos de un demente. No me dio tiempo de decir nada cuando cogió mi cuello y lo
rompió como si de un palito se tratara. Mi cuerpo cayó al suelo con un ruido estruendoso,
debajo mío se comenzaba a formar un charco de sangre. Isabelle salió para ver
que sucedía. En cuanto me vio abrió sus ojos y miro a Sebastián. Intentó luchar
con él pero sus intentos no sirvieron de nada. Él la golpeo dejándola sin
sentido. Las imágenes acabaron. No me di cuenta en que momento empece a llorar.
-Lo
siento, ella...Ella también esta...?- Deje la pregunta en el aire.
-Ella
sólo tiene un golpe. Pero vive aún.- En cuanto lo dijo respire profundo.-Ahora tendrás que venir conmigo para tu
juicio.
Asentí. El chico me llevo a una sala en donde se encontraba un hombre
mayor sentado en un trono. Me hicieron parar al lado de una pluma. Era como una
especie de balanza. En cuanto la balanza no se movió, el señor mayor sonrio y
le dijo a Anubis que me llevara al lugar de los héroes. Quise preguntar a que
se refería pero su presencia me intimidaba. Luego le preguntaría al chico. En
cuanto estas palabras fueron dichas, Anubis me llevo por un largo pasillo.
Cuando calcule que nadie podría oirme le pregunte:
-¿A
qué se refería con el lugar de los héroes?
-Es
el lugar en el cual. Pasarás el resto de la eternidad. Un lugar donde no existe
dolor y en donde las personas valientes están. Una especie de paraíso. El
llamado cielo o también llamado campos elíseos. El nombre depende de tus
creencias.
-Pero...Yo
no soy ningún héroe. Nunca he hecho nada extraordinario. Ni siquiera tengo mi
primer runa.
-Los
héroes no lo son por sus acciones, sino por su corazón. Y tu corazón es puro.
Es el lugar en donde mereces estar. Nunca estarás sólo y en cuanto llegue el
momento, supongo que volverás a estar con tu familia y tus amigos. Por lo que
he visto, ellos también merecen estar en este lugar.- En cuanto terminó de
hablar, abrió una enorme puerta. Nunca creí posible que existiera tanta belleza
en un sólo lugar. Era el paraíso. Grandes árboles, un hermoso rio con agua
cristalina, flores de todo tipo, el sol en el cielo brillaba esplendoroso y en
el centro un hermoso castillo se alzaba. Muchas personas se encontraban allí,
desde los más pequeños hasta los más ancianos. Cada uno de ellos con una
sonrisa en su rostro me dieron la bienvenida. Allí habían muchas personas,
cazadores de sombras, subterráneos, mortales...
De repente todo sufrimiento o pena
fue borrado de mi corazón sólo tenía felicidad. Encontré mi mirada con Anubis quien
me sonrio animándome a seguir adelante.
Tímidamente di un paso adentrandome
en este nuevo mundo. Anubis me sonrio y con una mano me despidió. Sabía que
aunque había muerto, sería feliz y tenía la esperanza de reencontrarme más
adelante con mi familia.
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